Buscar este blog

Safe Creative©

©Todos los derechos reservados.

lunes, 22 de febrero de 2021

Fanfic: Salvado (Destiel-Superantural) Capítulo 1

Rescatado


Era una jornada más de trabajo, dulce y maravilloso deleite de azotar a las almas recién llegadas con los más terribles castigos. Ese día en particular, había una mujer frente a él, menuda, delgada y con cara de niña, quizás lo fuera, quizás no, eso no le importaba a Dean, solo deseaba escuchar sus lamentos y sus gritos de agonía suplicando que se detenga. Ahí, frente a él, estaba ella desnuda, amarrada de los miembros en la clásica postura del hombre de Da Vinci y él podía verla avergonzada por mostrarse de una forma tan impúdica. Sonrió al ver la piel de esa mujer, toda amoratada y lacerada por el contacto de las cadenas ardientes, ya de por sí debía ser agónico sentirlas.

En su mano, ya tenía el arma con la cual iba a empezar a torturarla, pero no pudo dar ni un paso hacia ella porque una fuerte luz inundó todo el lugar; incluso, las lenguas de fuego fueron aplacadas y prácticamente apagadas por esa brillante y cálido resplandor. Todos los demonios corrieron a ocultarse aterrados en las sombras cavernosas del lugar en el que se encontraban. Por otro lado, las almas atormentadas lloraron de felicidad al pensar que habían sido salvados y que su agonía había concluido.

Algo totalmente falso.

Dean, no pudo ocultarse a tiempo o simplemente no pudo ya que al instante que esa luz tocó su piel, él simplemente no pudo moverse, el aire abandonó sus pulmones y una extraña fragancia inundó sus fosas nasales que solo había sabido oler azufre y podredumbre. Una lágrima se le escapó rodando por su mejilla al sentir que esa misma luz conquistaba cada rincón de su cuerpo, pero sobre todo, de su alma marchita y rota. Abrumado por tanta paz y tranquilidad que sintió después tanto dolor y odio que tenía dentro, dejó escapar un largo lamento.

Él no podía haber sido perdona, él no podía haber recibido la absolución ni mucho menos ser salvado de ese infierno al que él mismo había accedido por voluntad propia, Dean debía continuar en ese lugar, aunque en el fondo gritara por ser liberado de ese infierno.

Por alguna razón, Dean sabía que habían venido por él, para llevárselo, lejos de todo ese suplicio. Tenía miedo que fuera mentira. Que fuera parte de un juego macabro de su antiguo verdugo para hacerlo sufrir más y tuvo miedo de seguir pensando que alguien se había tomado la molestia de ayudarlo a escapar de ese infernal lugar. De pronto, escuchó una maravillosa voz, sublime, dulce que lo hizo sentir no solo que estaba a salvo sino también protegido. No estaba seguro si esa voz solo lo escuchaba él o si los demás podían oírla también, pero la sentía como una caricia en su propia alma, calmándolo, purificándolo e intentando sanar esa alma que muchas veces pensó que la había perdido. El pensar eso lo hizo estremecerse como nunca antes lo había hecho.

Deseaba poder entender lo que le esa voz decía, pero era imposible ya que era un idioma que jamás había escuchado y dudaba que algún mortal o ser lo hubiera escuchado alguna vez.

Sin poder evitarlo y sin saber cómo, cayó de rodillas en las cadenas que ahora estaban frías al tacto. Y después de mucho tiempo, quizás nunca lo había hecho realmente, se pudo a orar, orar a quien lo pudiera escuchar y suplicó que esa sensación no fuera un castigo o una ilusión producto de un llamado de auxilio o de alguna alucinación macabra para torturarlo.

— ¡No puedes llevártelo! —escuchó un gruñido que más parecía producido por una bestia. Y Dean oró más fuerte para que ese ser no lo escuchara y lo sacara de ese lugar. Su alma gritaba, él gritaba sin darse cuenta, aun así nunca dejó de suplicar no ser abandonado. La luz seguía sin retroceder ni opacarse, Dean se sentía tan en paz que sentía que su alma era refrescara por una cálida brisa.

Dean seguía aturdido, a pesar de todo y le faltaba el aire, aun así, se las arregló para respirar acompasado. En ningún momento, esa voz dejó de susurrarle cosas que él lamentaba no comprender, pero que lo calmaba. Desgraciadamente, cada vez era más consciente de todo el mal que había hecho a otras almas y deseo poder barrar todo lo hecho antes. Sintió una desesperación inmensa y deseaba salvar a todo los que estaban perdidos, deseo poder salvarlos de las terribles torturas a las que estarían expuestos una vez que todo eso concluyera.

—Esas almas no pueden ser salvado, Dean —al fin pudo entender lo que esa voz decía y no solo fue música para su alma sino que también lo hizo volver a estremecerse.

Aun así, él quería salvar a todos, no quería irse y dejar atrás a nadie.

—Esas almas están aquí por sus actos, merecen estar donde están —escuchó que le decía aquella voz y la manera en cómo se le dijo más parecía a cuando un adulto amonestaba a un niño por algún berrinche innecesario.

Dean sonrió a pesar de todo, pero inmediatamente sintió tal aflicción que lo hizo jadear del horror, el horror al darse cuenta que había conseguido la expiación, el perdón y algo que jamás pensó que sucedería, la salvación.

Él no la merecía, en el fondo no la quería ni siquiera estaba preparado para que eso fuera realidad. Dean se arrepentía de todo corazón del mal que había cometido no solo en la fosa sin en su vida, con su hermano, con su padre, con todo los que lo rodearon. Sintió que el dolor quería tomar control de su alma ahogándolo, sin embargo, esa luz se hizo más fuerte calmándolo como un bálsamo echado directamente a una herida sangrante.

Deseaba poder llorar, pero esa calidez se lo impedida. El sufrimiento, no podía carcomerle la consciencia ni mucho menos el dolor de todos sus pecados podían llegar a él. Y por primera vez en mucho tiempo se sintió tranquilo y en paz.

—Dean... —escuchó su nombre, repetido y enfatizado por ese alguien que lo estaba sanando, curando y rescatando.

No pudo evitar estremecerse ante la intensidad en la forma en como su nombre era dicho, una y otra vez escuchó su nombre. Unas veces en un susurro, otras en un grito de advertencia, pero, la que más le gustaba, era cuando era dicho de forma suave, como una caricia placentera que hacía que cada molécula de su cuerpo reaccionara sumisamente ante esa voz que demandaba todo de él, proclamando que era de su propiedad.

—Dean, ya es hora.

Deseo poder ver a quien le hablaba directo a su alma, deseaba saber quién era esa persona que estaba ahí, por y para él y agradecérselo de todo corazón. Sin poder evitarlo, fue interrumpido el hilo de sus pensamientos cuando alguien lo tocó en el hombro y si bien sintió que ese tacto lo quemaba, no le dolía, no como el dolor lacerante que había sentido en el infierno. Ese tacto era totalmente distinto.

Con una fuerza extrema, pero a la vez gentil, si es que eso fuera posible, fue impulsado hacia arriba sacándolo de cuajo de ese horrible lugar al que había accedido con total de salvar a su hermano y que no muriera.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario